martes, 18 de octubre de 2011

La Destrucción (Mba’é meguá) (*)

Del naciente al poniente, rebotando en las espaldas pétreas de los cerros, rodando bajo tierra, destrozando las nubes y los árboles, volvió a caer como un gran trueno la voz eterna de Ñanderuvusú anunciando a la raza del Hombre su perdición.

Guyrá-Poty (**), el jefe aguerrido y amado, el de nombre de pájaro y corazón de pájaro, miró a sus hijos paralizados por el espanto, igual que los venados cuando, entre las tacuaras, ven de pronto chispear los ojos ponzoñosos del tigre.

Guyrá-Pory, Flor de Pájaro, ciñó a su frente la corona de plumas, y trepándose al árbol sagrado reunió a su pueblo y le habló con palabras sonoras que el viento de la selva recogió obediente:

- Ahora debemos danzar al compás del canto payé (***) porque la destrucción se está acercando.

- Danzad, danzad, sin término. Durante cuatro inviernos a su luna de hielo le tendremos que danzar para hacer que nuestros cuerpos se nos tornen livianos, livianos, transparentes, como el plumón que vuela sólo una vez desprendido del pecho del halcón.

- El fuego y el agua caerán sobre nosotros; el agua y el fuego: la saliva y la furia llameante del tigre azul eterno que se apresta a saltar sobre el mundo desde el regazo de Ñanderuvusú.

- Danzad, danzar ahora, golpeando la tierra con el ritmo creciente de la takuara sagrada del payé.

Guyrá-Poty y su pueblo por las noches danzaban y por el día se iban rumbo a las grandes aguas buscando hacia el naciente su salvación, perseguidos de cerca por el estruendo sordo del desmoronamiento de la tierra.

Guyrá-Poty tendía los brazos y a su estera reñida de urucú (****) caían desde su boca, consagrada a las extrañas palabras del payé, los alimentos y las frutas para las bocas ávidas de todos.

La multitud marchaba rumorosa rumbo hacia el mar, envuelta en la humareda musical de los cánticos.

Con su gacela blanca sobre el pecho la hija pequeña de Guyrá-Poty marchaba silenciosa entre los hombres como el lucero entre las brumas.

Cuando la huyente caravana llegó hasta los inmensos parapetos que contienen el mar, ya hacia el poniente la tierra ardía en una vasta hoguera.

Guyrá-Poty, ayudado por sus hombres, derribó cocoteros con el hacha de piedra,

y construyó una balsa cuando el agua en remolinos torrenciales se desplomaba ya sobre la tierra ardiendo.

Guyrá-Poty subió a sus hijos sobre la isla flotante de troncos y tendiendo los brazos a las aves del cielo, sus hermanas, comenzó a entonar el canto sagrado del final.

La balsa, con ingrávido balanceo, se movió sobre las aguas tumultuosas, y comenzó a ascender liviana por los aires hasta tocar las puertas del cielo, que se abrió luminosa a los recién llegados.

* Mba’é meguá: destrucción-perdición

** Guyrá-Poty: flor de pájaro.

*** Payé: magia.

**** Urucú: planta tintórea

No hay comentarios: